Trabajamos en clases individuales donde el profesor guía al alumno con un sutil contacto de sus manos junto con indicaciones verbales.
A través de un conjunto de acciones progresivas —estirarse, sentarse, caminar y otras actividades habituales— se logra encontrar el equilibrio físico y la armonía natural de estar.
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A lo largo de las clases el alumno aprende a observar cómo funciona su coordinación postural y motriz. Toma consciencia de su cuerpo, de la relación de la cabeza con el cuello y la espalda como eje central. Comprende cómo y cuándo su cuerpo crea tensión y cómo puede liberarla. Y aprende a parar su reacción habitual para darse nuevas instrucciones.
La práctica brinda la posibilidad de cambiar malos hábitos corporales y aporta mayor elasticidad, movimiento y resistencia física.
Es recomendable realizar clases regulares y constantes para incorporar la Técnica Alexander dentro de nuestros hábitos saludables corporales cotidianos.